miércoles

Saber si estas embarazada

¿Qué mujer con vida sexual activa no se ha hecho esta pregunta, aunque no esté planificando un embarazo? Es más:  ¡Que tire la primera piedra aquella que nunca ha pasado un susto de este tipo,  incluso siendo bastante cuidadosa!.



Por Magdalena Vives.

Que te falló el método, que no contaste bien la fecha, que tu pareja dijo que “no va a pasar nada” y sí pasa… en fin. La lista de posibles causas por las que puedes estar temiendo estar embarazada, sin buscarlo, son infinitas. Y yo no soy quién para tirar la primera piedra o juzgar, pero me he puesto a investigar y he logrado obtener algunas informaciones, útiles para todas aquellas que alguna vez puedan pasar por esta “embarazosa” situación. Obviamente si es que no lo estás buscando! Porque si no, traer un hijo al mundo es -como dicen las abuelitas- una bendición de Dios

 De acuerdo a los especialistas,  los primeros y más frecuentes síntomas de embarazo son:

1. Asco o aversión a ciertos alimentos

Si estás embarazada, es muy normal y común que ciertos aromas y comidas en particular te provoquen desagrado o derechamente, náuseas. Aunque no se sabe con seguridad, esta reacción podría ser uno de los efectos colaterales del brusco aumento de las hormonas (estrógenos) en tu organismo. También podrías notar que algunas comidas que antes disfrutabas, ahora te causan repulsión.  Desarrollar un “superolfato”, sobre todo para los olores poco agradables también puede ser común.

2. Cambios y dolores en el pecho. Sin duda uno de los signos más evidentes y prematuros de que podríamos estar embarazadas es la aparición de cambios en el tamaño del pecho (no se trata de un cambio espectacular, pero si notarás que el sostén te queda algo más ajustado de lo normal) y algunas molestias. Variaciones en el color en las aureola (más oscura) o incluso la aparición de algunas venitas, también son signos comunes que pueden darte una pista.

3. Ganas de orinar frecuentemente

Poco tiempo después de quedar embarazada puede que pases yendo al baño. El principal motivo es que durante la gestación  aumenta la cantidad de sangre y otros líquidos que circulan por el cuerpo, lo cual significa que tus riñones están trabajando mucho más, y los fluidos se están acumulando en tu vejiga. Podrías empezar a sentir este síntoma a partir de la semana 6 del embarazo.

 4. Hinchazón abdominal

Los cambios hormonales que ocurren al principio del embarazo podrían hacer que te sientas hinchada, una sensación muy parecida a cuando va a llegar tu periodo. Por lo mismo, la ropa te puede comenzar a apretar en la cintura desde muy temprano en el embarazo, aunque tu útero aún esté muy pequeño.
Lo más probable es que esta sensación aumente o se intensifique a medida que progresa el embarazo.

Cambios de humor. Te levantaste con un genio de los mil demonios, poco después te pusiste a llorar sin motivo (o por uno que no vale el llanto) y al rato volvías a estar como si nada. No te estás volviendo loca, son las hormonas -nuevamente- las que están jugando una mala pasada. Pero, pronto, cuando ya se estabilicen, deberían pasar. Y si no, pide ayude para que tu embarazado transcurra relativamente bien en lo emocional.

5. Cansancio excesivo y sin razón aparente

Nadie sabe a ciencia cierta el motivo de la fatiga típica del comienzo del embarazo, pero es posible que la somnolencia se deba al rápido aumento en los niveles de la hormona progesterona. Además, las náuseas y el tener que despertarte con frecuencia por las noches para orinar contribuyen al cansancio.

6. Náuseas. Las ‘náuseas matutinas’ siguen siendo uno de los síntomas ‘estrella’ a la hora de detectar un posible embarazo. Eso sí, algunas mujeres pueden experimentarlas aa cualquier hora del día. Suelen pasar entre el tercer y cuarto mes.

7. Dolor de cabeza, de espalda o calambres. Los primeros, por culpa de las hormonas. Los segundos, suelen estar ligados al embarazo en general: los músculos de la parte baja de la espalda tienden a ‘distenderse’ ligeramente a medida que el cuerpo va ganando peso, para equilibrar el centro de gravedad. Los calambres suelen ser parecidos a los asociados al síndrome premenstrual: significa que el útero está cambiando para adaptarse al bebé en camino.

8. Retraso de la menstruación

Si tu ciclo menstrual suele ser bastante regular y de repente se retrasa, probablemente te harás una prueba del embarazo mucho antes de que empieces a tener cualquiera de los síntomas anteriores. Pero si tus reglas no son regulares o no tienes la costumbre de anotar las fechas de tu ciclo, las náuseas, la sensibilidad en los senos y las idas frecuentes al baño podrían ser las primeras señales de que estás embarazada, antes siquiera de que te des cuenta del retraso de tu periodo.

9. Sangrado de implantación

Una cuarta parte de las mujeres detectan un sangrado leve en el momento de la implantación. Concordará aproximadamente con la fecha esperada para la menstruación, pero si observas con detenimiento, en la mayoría de los casos, la confusión puede evitarse. La mujer puede sentir su cuerpo y observar el manchado, percibiendo si es como su menstruación habitual o es más leve, obscura o corta. Suele haber síntomas diferentes, aunque en ambos casos exista un sangrado. En la implantación el huevo se instala en el útero y eso puede producir un pequeño sangrado, pero no suele ser como una regla habitual, ni en su cantidad ni en su aspecto.

Ojo, que todos estos síntomas no aparecen inmediatamente después de embarazarse, sino después de algunas semanas, aunque hay casos de mujeres que reconocen un embarazo apenas un par de días después,  otras ni se dan cuenta hasta que ya están con más de seis meses. De todo hay en el reino del señor, pero lo más común, es darse cuenta cuando ya llevas al menos una semana de retraso en la regla, cuando eres regular.

La mejor prueba para detectar un embarazo, en todo caso, es un examen de sangre, que detecta la presencia de la hormona propia del embarazo en nuestro organismo. La otra alternativa, las pruebas que se venden en las farmacias se deben hacer cuando ya ha pasado al menos un día de atraso y pueden tener falsos negativos. Es decir, que señalen que no hay embarazo, cuando sí lo hay, porque no son capaces de detectar ciertas hormonas en la sangre. En tal caso, es mejor repetir la prueba a la mañana siguiente, con la primera orina del día, idealmente. Tienes básicamente tres alternativas:

1)      ¿Salió negativo y era lo que esperabas? Te salvaste por esta vez, pero por favor, sé más cuidadosa!.

2)      ¿Salió positivo y no era lo que esperabas?  Derechito al ginecólogo, a comprobar si el embarazo va bien. Y, en muchas ocasiones, habrá que apechugar no más. Con actitud positiva.

3)      ¿Salió positivo y era lo que esperabas? Felicitaciones! Tu sueño se cumplirá.

Algunos engordan y otros no, ¿porqué?



El metabolismo depende de varios factores como el peso, la altura, el sexo, y la edad de las personas, variables que a la vez influyen en la cantidad de músculo que tenga nuestro cuerpo.

La grasa corporal es un órgano frío que como no hace gran cosa, en comparación al músculo, requiere poca energía. El músculo, en cambio, es un órgano caliente (como sugiere el rojo intenso que lo caracteriza, a diferencia del tono blancuzco de la grasa), que tiene más exigencias, requiere más energía y hace que el metabolismo basal sea más alto. Un cuerpo con mayor porcentaje de masa muscular en relación con la cantidad de grasa que tiene, quema más calorías sin moverse que un cuerpo más “fofo”, que tiene más grasa y/o menos masa muscular.

Esto explica por qué a las mujeres les cuesta más bajar de peso que a los hombres. A diferencia de los hombres, ellas acumulan grasa extra en las caderas y cintura que está destinada a funcionar como fuente de energía para el bebé durante el embarazo. Al tener una mayor proporción de grasa que de músculo, su metabolismo es más lento y queman menos calorías.

Hasta los 25 años, una mujer sana tiene hasta un 22% de grasa en su cuerpo. A partir de entonces, el porcentaje sube progresivamente hasta superar el 31% después de los 60. En el hombre, el porcentaje aceptable de grasa pasa de 15% hasta los 25 años a un 23,5% pasados los 60.

El paso de los años

Uno de nuestros grandes problemas a la hora de evitar el sobrepeso es que el cuerpo va perdiendo naturalmente músculo a medida que envejecemos. De la misma manera, con la edad crecen los depósitos de grasa.

Menos músculo y más grasa equivale a un metabolismo menos activo y a un menor gasto de calorías. Éste es un mecanismo de “defensa natural” del cuerpo frente a la falta de comida que heredamos de nuestros antepasados. En el pasado, las personas que envejecían tenían menos posibilidades de procurarse alimento cazando animales, tarea para la que se necesitaba mucha destreza física. Al tener un menor acceso a la comida, el cuerpo de las personas que envejecían debía adaptarse para conservar más energía, es decir, para acumular más grasa. De esta manera, la grasa tenía más utilidad que el músculo a la hora de asegurar la supervivencia.

Si somos sedentarios y ya pasamos los 30 años, nuestro cuerpo empieza silenciosamente a quemar cada vez menos calorías. Por esta razón, aún cuando no aumenta mos la cantidad de comida que incorporamos, engordamos casi sin darnos cuenta. La cosa empeora si vamos agregando cositas a nuestra alimentación cotidiana.

(Extractos del libro “La comida no engorda. ¿Por qué engordamos nosotros?”, de editorial Planeta, de Adrián Cormillot, médico clínico con orientación en enfermedades crónicas y director del Centro de Educación e Investigación en Diabetes, Obesidad y Nutrición).